Los niños con síndrome de Down tienden a compartir ciertos
rasgos físicos, como perfil facial plano, ojos achinados, orejas pequeñas, protrusión
lingual, cabecita redonda, nariz pequeña y chata, manos y pies anchos con dedos
cortos y gruesos y las manitas pequeñas y dedo meñique corto e incurvado y
pliegue transversal marcado en la palma.
El bajo tono muscular (médicamente conocido como hipotonía)
también es propio de los niños con síndrome de Down, sobre todo de los bebés,
que son muy flácidos. Aunque es algo que puede y suele mejorar con el tiempo,
la mayoría de los niños con síndrome de Down alcanzan los hitos evolutivos en
el plano de la motricidad (como sentarse, gatear y caminar) más tarde que los
demás niños.
Además de un distintivo aspecto físico, los niños con
síndrome de Down frecuentemente experimentan problemas relacionados a la salud.
Por causa de la baja resistencia, estos niños son más propensos a los problemas
respiratorios. Los problemas visuales, tales como los ojos cruzados y la
miopía, son comunes en los niños con síndrome de Down, al igual que la
deficiencia del habla y del oído.
Aproximadamente una tercera parte de los bebés que tienen
síndrome de Down tienen además defectos en el corazón, la mayoría de los cuales
pueden ser corregidos.
Algunos individuos nacen con problemas gastrointestinales que
también pueden ser corregidos, por medio de la intervención quirúrgica. También
pueden tener una condición conocida como Dislocación Atlantoaxoidea, una
desalineación de las primeras dos vértebras del cuello. Esta condición causa
que estos individuos sean más propensos a las heridas si participan en actividades
durante los cuales pueden extender demasiado o encorvar el cuello. A los padres
se les pide una examinación médica al respecto, para determinar si al niño se
le debe prohibir los deportes y actividades que puedan dañar el cuello. A pesar
de que esta desalineación puede ser una condición seria, un diagnóstico
correcto podría ayudar en la prevención de las heridas serias.
En muchos casos los niños con síndrome de Down son propensos
a subir de peso con el tiempo. Además de las implicaciones sociales, este
aumento de peso amenaza la salud y longevidad de estos individuos. Una dieta
controlada y un programa de ejercicio podrían presentar una solución a este
problema.
Al nacer, los niños con síndrome de Down suelen tener una
estatura promedio, pero tienden a crecer a un ritmo más lento y acaban siendo
más bajos que los demás niños de su edad. En los lactantes, su escaso tono
muscular puede contribuir a que tengan problemas de succión y alimentación, así
como estreñimiento y otros trastornos digestivos. Lo niños pueden presentar
retrasos en la adquisición del habla y de las habilidades básicas para cuidar
de sí mismos, como comer, vestirse y aprender a usar el baño.
Mientras que algunos niños con síndrome de Down no tienen
problemas de salud de importancia, otros tienen una gran cantidad de problemas
médicos que requieren cuidados adicionales. Por ejemplo, casi la mitad de los
niños que nacen con síndrome de Down presentan cardiopatías congénitas.
Los niños con síndrome de Down también son más proclives a desarrollar
hipertensión pulmonar, una afección grave que puede conllevar daños pulmonares
de carácter irreversible. Por este motivo, todos los bebés que tienen el
síndrome de Down deben ser evaluados por un cardiólogo pediátrico.
Aproximadamente la mitad de los niños con síndrome de Down
también tienen problemas visuales o auditivos. Las deficiencias auditivas
pueden obedecer a la acumulación líquido en el oído interno o a la existencia
de problemas estructurales en el mismo oído. Los problemas visuales suelen
incluir el estrabismo (o bizquera), la miopía, la hipermetropía y las
cataratas.
Es preciso llevar con regularidad a los niños con síndrome de
Down al otorrinolaringólogo (médico especializado en el oído, la nariz y la
garganta), el audiólogo y el oftalmólogo para que les hagan revisiones
periódicas a fin de detectar y corregir cualquier problema antes de que afecte
a sus habilidades lingüísticas y de aprendizaje.
Otras afecciones médicas que afectan más a menudo a los niños
que tienen el síndrome de Down son los problemas tiroideos, las anomalías
intestinales, los trastornos convulsivos, los problemas respiratorios, la
obesidad, las infecciones y la leucemia infantil. A veces, los niños con
síndrome de Down presentan trastornos en la parte superior del cuello que deben
ser evaluadas por un médico (estos trastornos se pueden detectar mediante
radiografías de la columna cervical). Afortunadamente,
muchas de estas afecciones tienen tratamiento.
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